En cierto sentido la intimidad es el lugar más preciado de la pareja. En esta intimidad surgen todo tipo de eventos gozosos y dolosos. La intimidad nos lleva a la fusión, a darnos al otro, a respetar su desenvoltura y también a convivir con nuestra fragilidad y fuerza. | |
Cuando el miedo a la intimidad existe en la pareja o en alguno de ellos.
Esos espacios se enturbian con soledad, depresión, tristeza, falta de motivación,
silencios prolongados, actitudes hirientes, descalificaciones y humillaciones.
A todas luces, una pareja desea los espacios de intimidad porque en ellos
se construye parte de la complicidad en pareja.
Pero sí mi pareja en la intimidad sólo me critica, me irrita, me agrede o me violenta,
entonces, seguramente estoy viviendo con alguien que
teme vivir la intimidad, por las razones que sean.
Este temor a la intimidad toma muchas formas y maneras.
Generalmente a solas con mi pareja, no tengo nada que decir,
no tenemos de qué hablar, no encontramos puntos de coincidencia
o quizá, solo peleamos una y otra vez y discutimos los mismos
temas de manera recurrente, todo con tal, de evitar quedarnos solos
con nosotros mismos en una vida de a dos.
De la misma manera el rechazo a la sexualidad es otra
manera de evitar la intimidad.
La falta de deseo, de ganas, la infidelidad, las salidas con los amigos
para poder platicar, la televisión como parte importante del cuadro íntimo,
ahora, la computadora y el internet, actividades que nos distraen del otro
que está frente a nosotros, en cierta forma, estas situaciones nos
impiden estar con la pareja en una vida íntima.
Ana Giorgana
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