Jessica está sometida a un gran estrés su marido es celoso, posesivo, controlador y autoritario. Su palabra es la ley, sobre todo, cuando está descontrolado y requiere de imponer su voluntad en la pareja.
Jessica ´desde el noviazgo había vivido varias escenas de celos y de humillaciones, siempre lo ha justificado, y pensó que con el tiempo cambiaría. Un mal de las parejas es la gran esperanza de que la vida será diferente en un tiempo muy lejano. En mi libro Cuando el amor en pareja se convierte en dolor, hablo de estas señales que siempre están presentes al inicio de las relaciones, pero pareciera que existe una ceguera para identificarlas.
Jessica enamorada como es natural las pasó de largo, no las tomó en cuenta, y por supuesto, las negó.
El mismo día en el que nos comprometimos supe que no había sido la mejor decisión. A partir de ese momento, él se volvió más posesivo y trataba de controlar todos mis movimientos.
Ha sido un infierno. Los celos ocurren a soloas. Siempre él se muestra totalmente amable y todo un caballero delante de todos nuestros amigos y familiares, pero a solas, se vuelve una "pantera". Me insulta, me humilla, me acusa y cada día me siento más triste y sumida en la desesperación.
El ciclo de la violencia y los celos son una forma de violentar, de agredir, de dejar al otro sin armas para la defensa se insertan en una relación desstructiva y sin futuro.
Se requiere de una gran dosis de coraje para salir de una relación de esta naturaleza porque el celoso cuentan con las armas poderosas del chantaje, la culpa y la acusación, que además sucede cuando el otro menso se lo espera.
Las actitudes celosas pertenecen a ambas partes de la pareja: uno se convierte en víctima y el otro en el victimario, pero necesitamos comprender que se trata de dos personas que están en una dinámica destructiva.
Y lo único que queda es trabajar en la parte que nos corresponde en esa participación violenta.
En Cecreto somos especialistas en relaciones de pareja.
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Nadie pued ayudarte en este trance solo tú eres responsable de tu propia condición de vida.
Ana Giorgana
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Recuperar la dignidad personal
